DICIEMBRE
Noticias desde el yermo
Noticias desde el yermo
Estas "Noticias desde el yermo" no vienen desde el yermo sino desde un lugar fértil, de vegetación lujuriosa (léase en todos los sentidos) desde un rincón repleto de conocimiento, de riqueza de espíritu, de facilidad comunicativa, de ganas, de empuje vital ¡Qué diablos, yermo! Otra cosa será la sensación de soledad, de vacío, de sequedad que el poeta sienta frente a la vida, frente a sí mismo a veces, frente a la palabra incapaz de recoger nuestra percepción del mundo.
Jesús Urceloy, en esta última entrega vuelve a ser el poeta multiforme a que nos tiene acostumbrados —bien acostumbrados—. No se entretiene sólo en juegos de artificio, en revisión de ombligo, en los dimes y diretes soporíferos con que tantos poetas nos castigan. Él no, él esgrime ideas de verdad, realidad personalizada, humorística seriedad, irónica ternura, lujo palabrero sin superfluos oropeles. Un escaparate que esconde, tras la aparente ligereza, auténticas bombas de profundidad.
Este libro es un lujo que hace la poesía algo cercano, habitable. En los poemas de Urceloy todos podemos ser cómplices. Eso es lo mejor.
Edita: Fundación Centro de Poesía José Hierro
Colección Alegríafundacion@cpoesiajosehierro.org
Blog del autor: http://nadienostocaloshuevos.blogspot.com/
Algunos Poemas de Jesús Urceloy
RAZONES TONTAS PARA ODIAR A TINTÍN
Tintín me parecía un niño bien. Yo odiaba
a todo niño bien, las altas cunas.
Tal vez porque la mía
fue de hierro y de muelles o una manta en el suelo.
Tintín, digo, era un niño rubito y buscavidas,
un repipi con perro,
—perdón— con casi perro,
y unos bombachos tercos y con raya.
Tintín, caracolillo sobre la frente. El listo.
Como el listo de clase: repeinadito y pulcro,
y que era reportero nosequé y nosedónde,
ni cómo le enchufaron ni si tenía nómina.
El tonto de Tintín siempre encontraba puertas
secretas tras los muros en el último instante,
y mataban a otro.
RAZONES TONTAS PARA ODIAR A TINTÍN
Tintín me parecía un niño bien. Yo odiaba
a todo niño bien, las altas cunas.
Tal vez porque la mía
fue de hierro y de muelles o una manta en el suelo.
Tintín, digo, era un niño rubito y buscavidas,
un repipi con perro,
—perdón— con casi perro,
y unos bombachos tercos y con raya.
Tintín, caracolillo sobre la frente. El listo.
Como el listo de clase: repeinadito y pulcro,
y que era reportero nosequé y nosedónde,
ni cómo le enchufaron ni si tenía nómina.
El tonto de Tintín siempre encontraba puertas
secretas tras los muros en el último instante,
y mataban a otro.
MATEO NECKER ESCAPA AL AMANECER DEL CASTILLO DE BRUNSWICK
Esta noche, mi amor, tuve un sueño difícil
que era viejo y te amaba y aún dormías conmigo.
¿POR QUÉ ESCRIBIR POESÍA SI PODEMOS HABLAR POR TELÉFONO?
(Léase guardando las pausas versales)
Fue ella.
Me lo dijo
por teléfono.
Ella:
la que no deberíamorir jamás. (No), (Nunca)
—aunque estos diecisiete
años sin su desnudo...—
No importa. (En aquel tiempo
no existían los móviles).
Me lo leyó.
Le dije
tras dos largos, intensos
silencios respirando,
que era la hostia (la hostia)
—por entonces mi idioma
era mejor que éste
que hoy uso, o por lo menos
se me entendía más—:
"es cojonudo, tía".
Me sonaba. No quise
aventurar un nombre.
No tenía ni idea:
no tenía ni puta
idea.
Entonces dijo
—ella, la que no muere—
justo antes de colgar
las palabras más bellas
que un hombre escuchó nunca
de labios de mujer:
"es tuyo, gilipollas".